En el corazón de la Pampa semiárida, La Luna alumbró un logro inesperado en el maíz: hasta 85 qq/ha
En la zona de Guatraché (La Pampa), hace una década se pensaba como imposible sumar al maíz al sistema productivo, dominado por el monocultivo de trigo. La incorporación de genética más tecnología permitió lograrlo, con rindes que garantizan una alta rentabilidad.
La frontera del maíz es cada vez más grande en Argentina y los desarrollos genéticos y tecnológicos que se siguen incorporando en el cereal no solo amplían esa extensión geográfica, sino que mejoran las condiciones productivas en regiones donde era impensado alcanzar buenos rindes.
Por ejemplo, en el corazón de la Pampa semiárida, el Establecimiento La Luna logró lo que hasta hace poco parecía imposible: integrar al maíz en la rotación de cultivos, obteniendo rindes con picos de hasta 8.500 kilogramos por hectárea (kg/ha) y transformándolo en una opción rentable y sustentable.
Hace apenas 12 campañas, sembrar el cereal en esta región era un desafío inalcanzable. Hoy, la tecnología, la innovación y el manejo de precisión permiten reducir las brechas de rendimiento y alcanzar estabilidad en uno de los entornos productivos más exigentes del país.
EL MAÍZ SE HIZO FUERTE EN LA LUNA
Puntualmente, el establecimiento que alcanzó esta mejora productiva está ubicado a 35 kilómetros al oeste de Guatraché, en La Pampa.
Allí fue donde los productores, junto a asesores de la firma Hijas de Juan A. Harriet y un equipo de especialistas de Bayer convirtió un campo ganadero con monocultivo de trigo en un sistema agrícola diversificado y competitivo.
A partir del enfoque de la multinacional de sistema integral, se partió de entender el potencial y la variabilidad de cada ambiente, para luego seleccionar los híbridos más adaptados y aplicar las mejores prácticas agronómicas específicas.
El manejo incluyó control de malezas con herbicidas pre-emergentes, la incorporación de cultivos de cobertura por su aporte de nitrógeno y beneficios en malezas, y el uso de herramientas digitales como Experto Bayer y FieldView para monitoreo y análisis de mapas de rendimiento.
Con esta estrategia, se logró sostener durante más de una década la inclusión del maíz en la rotación —antes descartado en la zona— generando mayor productividad, rentabilidad y sostenibilidad al sistema.
CONGRESO INTERNACIONAL DE MAÍZ
En el marco del Congreso Internacional de Maíz (CIM) 2025, Bayer presentó este caso en un panel moderado por Federico Granillo Posse, consultor Técnico Eximia Sur Bayer Crop Science, y con la participación de Martín Donnelly, Productor Agropecuario y Propietario del Establecimiento La Luna; Edgardo Bazterra, Asesor externo a Hijas de Juan A. Harriet SA; y Paul Ventimiglia, Encargado General en La Luna.
Allí se habló de este modelo como un ejemplo concreto de cómo la combinación de genética de punta, diagnóstico, tecnología y acompañamiento técnico puede transformar un sistema agrícola, aportar al desarrollo del campo argentino y generar impacto positivo en la producción nacional.
“Estamos muy agradecidos con Bayer, porque nos brindó todo el apoyo y la información necesaria en un momento en que no sabíamos cómo arrancar ni con qué densidades probar. Nos sorprendió comprobar que los mismos híbridos que funcionan en las mejores zonas también se adaptaban a nuestras condiciones. Con el acompañamiento técnico logramos resolver dudas clave sobre el manejo y comprobar en el campo que era posible alcanzar el potencial del cultivo”, destacó Bazterra.
El enfoque integral permitió cerrar brechas de rendimiento históricas y estabilizar los resultados. Actualmente, La Luna promedia entre 4.400 y 4.500 kg/ha de forma sostenida, incluso en años con estrés hídrico, y supera los 8.500 kg/ha en campañas favorables.
Más allá de los números, el maíz permitió diversificar la rotación, mejorar la infiltración de agua, aportar carbono al suelo y optimizar el uso de insumos. Además, la incorporación de cultivos de servicio como la vicia generó además una fuente natural de nitrógeno, reduciendo costos y fortaleciendo la sustentabilidad del sistema.
“Los márgenes brutos vienen siendo muy buenos y el maíz nos permitió romper con el monocultivo de trigo. Queremos llegar a una rotación 50% maíz – 50% trigo porque aporta estabilidad, diversidad y futuro”, sumó Ventimiglia.
Por su parte, Granillo Posse remarcó: “Hace 12 años nos decían que era imposible hacer maíz en esta zona. Hoy no solo lo hacemos, sino que hemos contagiado a otros productores a sumarlo a su rotación. La Luna es un modelo replicable en cualquier región marginal del país”.
Por último, Donnelly lo resumió con visión de futuro: “Seguimos apostando por nuestra región y a partir de esta campaña estamos triplicando el área productiva de maíz, expandiéndonos aún más hacia el Oeste, reafirmando nuestro compromiso con el cultivo”.
Así, la experiencia de La Luna demuestra que, con genética de punta, manejo integral y la convicción de los productores, el maíz no solo es un cultivo rentable, sino también una herramienta clave para diversificar la rotación, fortalecer la sustentabilidad y aportar al desarrollo del agro y del país.
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