Casi 100 robots y 6.000 vacas: un mega tambo, ultra tecnológico, nace en el oeste de Buenos Aires

En Arenaza, partido de Lincoln, el “Tambo Robótico Duhau” tiene planificado comenzar a funcionar a fin de año. En sus gigantescas instalaciones planea producir hasta 40 litros diarios por cada vaca, con la máxima tecnología disponible. ¿La inversión? Unos u$s 50 millones.
Al costado de la ruta provincial 68, cerca de la localidad de Arenaza (partido de Lincoln), unos inmensos galpones con aspecto de aeropuerto asoman en la planicie de la pampa local. Tienen una altura superior en el centro de la construcción y una caída marcada hacia los costados.
Por ahora, porque restan construir dos naves más, se trata de tres construcciones de hasta casi 20 metros de altura en su parte más alta, en la cual, desde finales de este año, comenzará a funcionar un imponente tambo robotizado que empleará a unas 45 personas y que promete revolucionar la zona: está preparado para albergar y alimentar a unas 6.000 vacas.
“Me fui hace 50 años de la Argentina y volví ahora. Creímos que era el momento de poder hacerlo”, señaló durante la recorrida Alberto Duhau, líder del grupo empresarial familiar que fue quien impulsó el desarrollo.
La otra pata de la mega inversión, que conllevará no menos de u$s 8.000 por animal, por lo que el monto final supera los u$s 50 millones, va de la mano de la neerlandesa Lely, autora del masterplan del lugar y proveedora de los robots de ordeñe con los que contará el lugar.
En cada una de las naves estarán alojadas 1.500 vacas Holando Argentino, las cuales aportarán según el caso entre 30 y 40 litros diarios gracias a una alimentación preparada especialmente con maíz, trigo, alfalfa y raigrás.
Alberto Duhau, el empresario que apuesta a la lechería con una mega inversión
También incluye maíz humedecido y tres elementos que la compañía deberá salir a comprar a proveedores de la zona: harina de soja, burlanda y cascarilla de soja. El resto, los producen desde el mismo Grupo Duhau.
UN TAMBO CON 96 ROBOTS
Como funciona en la mayoría de los tambos robotizados, cada animal tendrá un collar con el cual se conocen los parámetros generales de su alimentación y estado sanitario.
La posibilidad de infecciones en los pezones, la real necesidad de ordeñe y alguna carencia alimenticia que se detecte a través de la cercanía del collar con el robot, sitio al cual cada una de las vacas se acercará en busca del ordeñe y una ración extra de alimento.
“Acá vienen a comer el postre”, bromeó Duhau durante una recorrida por el futuro establecimiento, de la que participó Infocampo.
El diseño de la firma neerlandesa está hecho de una manera por la cual el sistema detecta si la vaca que se acercó requiere ser ordeñada o no.
En el primero de los casos, logra entrar al robot y durante 6 minutos se alimenta de esa ración extra mientras la pezonera automática limpia la zona y extrae la leche, hasta finalizar el proceso y retomar el pasillo que la guiará hasta la salida.
En el caso de que el animal no necesite efectivamente el ordeñe, pero se acerque solo para comer esa porción “extra”, el cruce de datos cerrará el paso al robot y solo se podrá tomar el pasillo de salida.
“Además logramos una leche de mayor calidad gracias al sistema de refrigerio que diseñamos, en el cual el tratamiento es más veloz que lo normal”, explicaron.
De ese modo, entonces, lo que se percibe es la necesidad de una pavimentación del camino de ingreso al lugar: la entrada y salida de camiones será permanente y la tierra de la traza que conecta la ruta 68 con el tambo puede ser una trampa a la producción.
Los robots, que en el masterplan serían 24 por nave y escalarían a un total de 96 cuando se completen todas las fases de la construcción, funcionarán de modo tal que se calcula un ordeñe promedio de 2,7 veces por día, con una producción estimada de unos 23 litros por cada ordeñe.
Desde su centro, que es el punto más alto y registra una notoria caída hacia los costados para favorecer el “flushing” con el que se limpiará y reutilizará el agua del establecimiento, cada nave tiene unos 120 metros para cada costado.
“Está comprobado que el animal se estresa y produce menos cuando hay humanos alrededor. De hecho, se estima en hasta 5% más de producción durante un fin de semana, cuando el operario de turno puede no acudir al tambo”, definieron.
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