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“No pisás el cultivo y no te sobra ni un litro”: en Entre Ríos, incorporó drones y elevó la productividad

Fuente: Infocampo 09/11/2025 08:41:26 hs

Matías Cattáneo es un joven productor y agroinfluencer que, recientemente, comenzó a trabajar con drones para sembrar, pulverizar y mapear. Destaca sus ventajas logísticas, de eficiencia y lo que puede aportar en mejoras de rendimientos.

“Empezamos a pensar en un drone porque queríamos poder hacer las aplicaciones en el momento en que lo necesitábamos, sin depender de la oferta y demanda de contratistas, buscábamos mejorar la eficiencia y reducir las pérdidas por las pisadas de pulverizador y, por ahora, viene dando resultado”, cuenta a Infocampo el productor y agroinfluencer entrerriano Matías Cattáneo, que está contento de haberse animado a incorporar esta tecnología.

El cambio es drástico. Dejar la seguridad del “pie en tierra” para aventurarse al aire con drones que pueden mapear, aeroaplicar y sembrar. No son el futuro, ya constituyen el presente en los campos argentinos y del mundo.

Cattáneo es técnico en producción agropecuaria y está en la zona de San Salvador (Entre Ríos). Allí, siembran arroz, trigo, soja y maíz. Además, hacen una recría de terneros a pasto y con balanceado.

LA VENTAJA “LOGÍSTICA” DE LOS DRONES

“Cuando tenemos que hacer aplicaciones, los contratistas están todos a las apuradas porque, obviamente, todos necesitamos aplicar al mismo momento, y esto, cuando tenés un drone se soluciona, incluso podés aplicar, si es mejor por las condiciones climáticas, de noche o en el momento que te plazca”, relata Cattáneo.

Los drones se pueden usar para hacer fertilizaciones con sólidos y líquidos, también todo lo que tiene que ver con la protección de cultivos, y se pueden armar mapas para identificar el estado de los cultivos.

“Es una herramienta que vino para mejorar la agricultura, tenés que hacer los cursos de manejo, estudiar, conocerlo bien para sacarle el mejor rédito”, apuntó Cattáneo, que se capacitó de manera privada.

“Quienes te venden estos equipos ofrecen una capacitación más que nada por una utilización correcta, como postventa, se benefician todos”, completó.

“Acá (en Entre Ríos) se lo usa mucho en arroz, que es un cultivo que se riega e inunda y para hacer los tratamientos necesitás un avión o, como en nuestro caso, lo solucionás con el drone, tanto para aplicar fungicida o fertilizar”, contó el joven productor.

Y agregó: “También lo hemos usado en trigo, soja, maíz, incluso hemos secado girasol, para darle uniformidad a un lote a punto de cosechar”.

AHORROS Y BENEFICIOS CON LOS DRONES

El drone que usa Cattáneo, que tiene un costo aproximado de 25.000 dólares, carga hasta 40 litros en el caso de los líquidos o 50 kilos de sólido. Tiene una autonomía de 8 minutos en los que pueden hacerse entre 3-4 hectáreas, a un rango de 10 litros por hectárea. En urea, pueden aplicar 120 kilos en 10 minutos, unos 700 kilos en una hora.

En cuanto a los beneficios, además de la cuestión logística, Cattáneo pone el ojo en los costos de rinde que tiene el pisado en las aplicaciones convencionales, con un pulverizador terrestre, comparado con un drone.

“Al hacer un trabajo aéreo no pisás ni el cultivo ni el suelo, o sea que también reducís la compactación y lográs un diferencial de rinde que en trigo ronda el 4%”, contó Cattáneo.

Por ejemplo, en un trigo de 4000 kg/ha típico de la zona, recuperás unos 160 kg/ha de rendimiento. “Pero, además, si tenés que usar la pulverizadora terrestre con suelo blando, te deja una huella bien marcada y profunda que te va a hacer renegar la próxima campaña, incluso, hay casos en los que dentro de la pisada aparecen malezas que constituyen otra complicación de cara a la nueva siembra”.

Otro beneficio interesante es la precisión. No sólo de aplicación, sino del uso de insumos. “Vos ponés para tirar 10 litros por hectárea, hacés todo el trabajo y cuando terminas no te sobra ni un litro, todo lo programado sale tal cual, lo mismo que con los sólidos, si el material es uniforme terminás tirando lo que programaste, ni de más, ni de menos”, contó Cattáneo.

Asimismo, en pos de la eficiencia y que cada gota llegue a destino, Cattáneo contó que “se pueden cambiar los parámetros como altura, velocidad, tamaño de gota, etc, durante el vuelo”.

“Esto te ayuda a hacer ajustes según va cambiando el contexto de aplicación, por ejemplo, si estás trabajando con avión y se levanta viento y querés cambiar el tamaño de gota tenés que aterrizar y cambiar los picos, en el caso del drone, cambiás unos parámetros de los aspersores que tienen unos discos que giran más rápido o más lento y eso hace que cambie el tamaño de gota”.

“Creo que los drones son una herramienta ya instalada que, al igual que los ´mosquitos´, seguramente van a ir incorporando más tamaño y autonomía para poder hacer más hectáreas”, cerró Cattáneo.

CÓMO OPERAR CON LOS DRONES

Consultado sobre cómo es la dinámica para una aplicación con drone, Cattáneo contó que lo primero es armar el mapa.

“Lo podés hacer en tu casa u oficina, pero a mí me gusta hacerlo en el lote porque ahí ves las dificultades que pueden presentarse in situ, un árbol, un carretón o lo que sea que puede dificultarte la operatoria”, contó.

Y prosiguió: “Una vez que tenés el mapeo, te encargás del caldo o lo que sea que vayas a aplicar, configurás todo y a volar, que es la parte más fácil porque sólo tené que despegarlo y aterrizarlo”.

El drone puede volar a tres metros de altura con 9 metros de ancho de labor. Pero las alturas y ancho de labor van variando, de acuerdo a las condiciones climáticas y el producto a utilizar.

Una clave es la logística, para poder hacer rellenar el drone, cambiar baterías, recargar, y seguir trabajando. “Lo que me llamó la atención es que si te organizás bien podés hacer varias hectáreas y podés optimizar todo, ganás tiempo y podés hacer más hectáreas”, dijo.

QUIÉN ES “MATI” CATTANEO

Hasta su adolescencia, Matías veía renegar a su abuelo y a su padre con el campo y sentía que su futuro no era entre cultivos y corrales. Sin embargo, los fines de semana iba a ayudar a su abuelo y cree que ese tiempo juntos hizo que poco a poco, vaya cambiando el chip.

Su abuelo falleció cuando estaba terminando la secundaria y ahí sí, Matías se metió de lleno a ayudar a su padre, quien falleció en 2020, en enero, justo la época más complicada para el cultivo de arroz.

Sin mucho tiempo para reponerse, Matías se hizo cargo y pudo sacar adelante la cosecha. Si bien ahora le toca andar casi toto el tiempo en el campo, entre las cosas que más le gustan están los números, hacer la parte económica.

“El negocio está tan finito que si no hacés bien los números te va a ir mal”, reconoce. Y también ese “elige tu propia aventura” que es la actividad rural cada día. Ninguno es igual a otro.

Cuando mira a 10 años vista se imagina intensificando lo que ha logrado forjar ahora: “Me gustaría seguir produciendo y, de alguna manera, también continuar con las redes”. Hoy, en Instagram y Tiktok tiene más de 33.000 seguidores.

 

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