Innovación, regulación y sostenibilidad: un “faro” de reglas claras para que el agro deje de “navegar a ciegas”
Un panel de Agro MGMT 2025 abordó la necesidad de estabilidad en las políticas para el agro. “Vivimos trabajando desde lo reactivo", fue uno de los diagnósticos. Otro: "No tenemos peor clima ni suelos que Uruguay o Brasil. Tenemos peor previsibilidad”.
En el marco de Agro MGMT 2025 se desarrolló el panel “Mercado de Insumos: Innovación, Regulación y Sostenibilidad”, moderado por Marcelo Mc Grech (Maizar), que reunió a referentes del sector agroindustrial: Federico Landgraf (CASAFE), Rafael Jurado (Biofilm) y Ángeles Naveyra (Fundación Barbechando).
Durante la conversación, llevada a cabo en el predio de la Sociedad Rural Argentina, los disertantes coincidieron en que la Argentina enfrenta un momento bisagra: la complementariedad tecnológica, la inversión en innovación y la generación de políticas estables definirán la competitividad del país en los próximos años.
“Necesitamos políticas que trasciendan gobiernos, porque sin previsibilidad el sector trabaja a ciegas”, resumió Naveyra representando a Barbechando.
BIOLÓGICOS VS. QUÍMICOS: EL FIN DE UNA GRIETA
La discusión inicial giró en torno a una supuesta puja entre biológicos y químicos, habitual en la narrativa sectorial, pero rápidamente desactivada por los panelistas.
Rafael Jurado describió el avance de los biológicos como un fenómeno sin antecedentes, impulsado por inversiones fuertes y objetivos concretos.
“Los biológicos vienen a liderar el nuevo paradigma. Pero los químicos no desaparecen: van a evolucionar hacia productos más efectivos y de menor impacto ambiental”, dijo.
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Desde Biofilm, la empresa que lidera Jurado, sostienen que el futuro está en la sinergia tecnológica, no en la confrontación. “Trabajamos para generar la mejor sinergia entre las dos tecnologías. Combinarlas, apilarlas y aprovechar la información del campo para potenciar esa mezcla”, aseguran.
Landgraf, por su parte, reforzó el concepto, apelando a una metáfora deportiva para ilustrar el error del enfoque binario: “Esto no es un River–Boca. Los productos son absolutamente complementarios. Y dentro de CASAFE conviven empresas que hacen biológicos y empresas que hacen síntesis química”, resaltó.
El punto de encuentro —insistió— no es el tipo de insumo, sino el marco de acción. “El puente que las une son las buenas prácticas agrícolas. Ese es un estándar que debe regir para ambos”.
INNOVACIÓN Y SUSTENTABILIDAD
Los panelistas coincidieron en que la innovación no es un atributo opcional, sino la base misma de la industria de insumos.
En ese marco, Landgraf explicó que CASAFE agrupa a empresas de tecnología que trabajan para producir más y mejores alimentos en sistemas sustentables, incorporando la variable social y ambiental desde el inicio del diseño de una molécula.
“La innovación se piensa desde el origen con foco en impacto ambiental y salud”, señaló. En ese contexto, destacó el rol de la capacitación y la gestión responsable, pilares que la industria aplica con disciplina:
“Capacitamos a más de 60.000 personas por año. Tenemos programas como Depósito OK y una ley propia para envases que gestionamos a través de Campo Limpio. No hay otra industria con un esquema similar”, argemento el referente de Casafe.
Por su parte, Jurado definió la innovación como cultura organizacional: “En Biofilm la innovación es un hábito. Nunca paramos de invertir, aunque el contexto sea volátil”, destacó convensido.
EL DESAFÍO DE PENSAR A 20 AÑOS
El panel derivó hacia un diagnóstico compartido: Argentina es excelente en la reacción de corto plazo, pero pobre en planificación de largo plazo.
Para Landgraf fue simple sintetizarlo sin eufemismos: “Vivimos trabajando desde lo reactivo. La incertidumbre es total, y eso nos metió en un modo que ya es casi parte del ADN”, reforzó.
Frente a eso, reclamó políticas y marcos regulatorios que obliguen a pensar estratégicamente. “Una ley de buenas prácticas agrícolas nos empuja a entender la sustentabilidad como un recorrido largo”, sumó la disertante.
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Jurado, por su parte, analizó la lógica empresarial: “Si solo reaccionás al contexto y abandonás tu visión de futuro, vas a la deriva”, destacó.
Naveyra, en tanto, aportó una visión comparada, con un ejemplo que atravesó el panel: Brasil. “Hace más de 30 años tomaron una decisión política y se está cumpliendo. Acá pasamos 20 años atendiendo emergencias”.
El problema, resumió, no es la capacidad productiva. “No tenemos peor clima ni suelos que Uruguay, Chile o Paraguay. Tenemos peor previsibilidad”, dijo la especialista de Barbechando.
“Nuestro objetivo es lograr previsibilidad y reglas claras. Eso solo lo puede dar el Congreso”, expresó Ángeles Naveyra de la Fundación Barbechando.
DE INDIVIDUALES EXITOSOS A EQUIPO GANADOR
Otro eje fuerte fue el rol del sector como colectivo, frente a una cultura empresarial que suele privilegiar la autonomía.
Jurado argumentó en ese sentido que la individualidad tiene un costo: “Lo individual nos hace más débiles. Si trabajamos en equipo, somos imparables”, advirtió.
Para reforzar su concepto, citó a Pablo Aimar con el fin de graficar el cambio cultural deseado: “Es imposible ganarle a un equipo que se divierte en lo que hace”.
Landgraf coincidió y rescató experiencias sectoriales como evidencia. “Tenemos ejemplos exitosos: ACREA, Aapresid, el Consejo Agroindustrial, la red de buenas prácticas. Cuando colectivizamos, funciona”, reflexionó.
Por último, Naveyra llevó el concepto al plano político. Allí recordó que Barbechando nació del conflicto de 2008, en modo protesta, pero que la organización debió reinventarse. “Nos dimos cuenta de que ninguna institución sola puede absolutamente nada”.
EL FARO EN MEDIO DE UN MAR REVUELTO
El cierre del panel dejó una imagen potente: la necesidad de reglas de largo plazo como una infraestructura estratégica indispensable. Naveyra sintetizó la metáfora: “El productor es un vikingo: sale al mar sin saber si va a llover o cuánto va a valer su cosecha, y aun así trabaja”, ponderó.
Frente a ese carácter inevitablemente incierto del negocio, la estabilidad normativa se vuelve esencial: “El clima siempre va a ser impredecible. Pero necesitamos un faro construido por el Congreso para no navegar a ciegas”, agregó.
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Un faro —coincidieron los panelistas— no para iluminar el presente, sino para sostener el futuro. El debate dejó una conclusión inusual para la Argentina contemporánea: el sector privado no está pidiendo subsidios ni privilegios; está pidiendo previsibilidad y horizontes largos.
Un marco institucional que acompañe la inversión, legitime la innovación y reduzca la incertidumbre crónica en la que trabaja la agroindustria. “La complementariedad tecnológica es el motor; las políticas públicas son el timón”, resumió Mc Grech al cerrar el panel.
El mensaje final trasciende lo técnico: el agro argentino puede competir con cualquiera, pero no puede planificar si el tablero cambia cada dos años.
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