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La agrónoma Mané Amuchástegui aprendió a emprender de sus padres, empezó a hacer cerveza como hobby y hoy tiene una propia empresa

Fuente: Bichos de Campo 11/04/2024 09:29:51 hs

La familia es lo más lindo que le pasó en la vida, es su bastión. De ellos (su madre y su padre primero, sus hermanos también, sus tíos y primos) fue puliendo todas las herramientas que hoy tiene para defenderse y avanzar en la vida. Positivismo, capacidad de emprender, profesionalismo, solidaridad, son algunas de esas

La familia es lo más lindo que le pasó en la vida, es su bastión. De ellos (su madre y su padre primero, sus hermanos también, sus tíos y primos) fue puliendo todas las herramientas que hoy tiene para defenderse y avanzar en la vida. Positivismo, capacidad de emprender, profesionalismo, solidaridad, son algunas de esas cualidades.

La de María Inés “Mané” Amuchástegui, hija de Fernando Amuchástegui y Ana Inés Nores, es otra de las lindas historias que pasaron por El podcast de tu vida (en este caso el capítulo 46 grabado en abril de 2022).  

Padre ingeniero agrónomo, madre doctora en Biología, Inés es la mayor de cuatro hermanos. Mercedes la segunda, administradora de empresas, se dedica al comercio exterior con especialidades en Tecnocampo; Fernando, ingeniero agrónomo (“Es mi coequiper en la Cabaña”) y la más chica, Luz, que arquitecta y vive en Barcelona. 

En 1992, su padre Fernando y su tío Javier pusieron la piedra fundamental de Tecnocampo. Abarcan todas las etapas de la cadena de valor, desde la comercialización de insumos, producción agrícola y ganadera, acopio de granos, procesamiento de semillas y legumbres, incluso la exportación de los mismos. 

“El campo para mí es un estilo de vida, una no rutina, una oficina sin techo y donde paso 24 horas al día… es mi todo”, define Mané. Intrépida, emprendedora, ávida por la innovación, “Mané” lleva adelante la cabaña de la empresa, en donde también producen commodities y especialidades. 

Vivió en dos oportunidades una experiencia fuera, en Estados Unidos, y la recomienda 100%. “De hecho, en la empresa familiar establecieron que cualquiera de la segunda y futuras generaciones que quiera participar de Tecnocampo tendrá que hacer su experiencia fuera del país y en otra empresa. 

Para la cabaña angus “Los Cerrillos” 2023 ha sido un año fantástico con premios y primer puesto en varias exposiciones. Hoy están haciendo embriones propios y sueñan con -quizás 2024- mostrar sus animales por la pista de Palermo en la Expo Angus de otoño.  

Su otra pasión más allá del campo (aunque tiene que ver bastante con la producción) es la cerveza. A partir de un curso que hizo con un amigo -luego socio- pusieron en marcha Traumer Bier en alemán significa “soñador”, “visionario”. “Al principio producíamos en la casa de Andrés, mi socio y amigo, que es ingeniero químico, y fue arduo porque era agrónoma de día y de noche salía a repartir cerveza a los bares y casas”, recuerda Mané. Hoy están vendiendo en supermercados y vinotecas, de Córdoba, Buenos Aires, Rosario, San Juan. “Ya tenemos todo certificado HACCP -de trazabilidad- para exportar y le último año también varios premios en competencias internacionales, queremos estar en todos lados”, dice. 

Desde que hicimos la nota hace dos años a la actualidad han crecido este año redoblaron la apuesta ampliando la fábrica a Empresa de Bebidas y Fermentos. De esta manera, están habilitados para producir y enlatar bebidas alcohólicas como cerveza y vermouth, pero también bebidas no alcohólicas como café frio, kombucha, limonadas, probióticos, etc. 

-¿Cuáles son tus primeros recuerdos del campo? Si te digo infancia, campo… ¿Qué ves? ¿Qué sentís? ¿Qué olores se te vienen?

-Yo soy nacida en Córdoba ciudad, pero papá se pasó toda mi infancia trabajando en el campo. Entonces todos mis primeros recuerdos de infancia y campo son haber ido todos o casi todos los fines de semana y veranos enteros con mi mamá y mi hermana Mercedes a visitar a mi papá en una casita en Monte Cristo, Capilla de los Remedios, donde estaban mis abuelos, con un tanque australiano que era nuestra pileta. Y para pasar tiempo con papá nos subíamos a la cosechadora y pasábamos todo el día ahí. También me acuerdo de los torneos de pato. Papá jugó toda la vida con mis tíos. 

-¿Qué sabores, olores, esas cosas que te pasan por los sentidos te acordás de chica? Alguna comida de la vieja, de la abuela, un asado… 

-Asado y choclitos, comíamos mucho maíz. Mamá se las ingeniaba para hacer mil recetas. Lluvia de enero. Olor a tierra mojada también. 

-¿Qué legado recibiste de tu viejo?

-Tanto de mamá como de papá. Mi mamá sacrificó mucho de su vida para acompañarlo y también para armar Tecnocampo, lo hicieron de cero. Todo lo que tienen hoy es gracias a mi papá, mi tío y sus mujeres. El legado es de sacrificio y trabajo. Querer es poder, una frase célebre de mamá. Que nos resuena en cualquier ámbito de la vida. 

-Hablabas recién de la importancia de tu mamá y de las mujeres, porque es sacrificado. Tu mamá es bióloga me decías. ¿Ella dejó de trabajar y se dedicó a la familia?

-No sólo era bióloga, era doctora en biología y lo mantuvo a papá hasta que pudo formar Tecnocampo como es hoy. Es un sacrificio de los dos. Trabajo de ambos. Mamá resignó su carrera para cuidar la familia. Y me papá resignó la vida social y ver a sus hijos, para tener lo que tenemos hoy. 

-¿Siempre supiste que ibas a estudiar agronomía o había otra cosa en el camino? Y ¿Siempre supiste que ibas a trabajar en la familia o no?

-Mi familia chica y la grande la mayoría son agrónomos. De chiquita sabía yo que quería ser agrónoma. Sabía todo lo que se podía hacer, campo, comercial, etc. Pero cuando terminé el colegio hice orientación vocacional y salió agronomía nomás, no había un plan b. Ni siquiera veterinaria. Me gusta mucho la ganadería, pero desde otra orientación. Y respecto de mi familia si, siempre me imaginé trabajando en la familia. A lo mejor no se me ocurría otras aristas del negocio, después surgió tener cabaña. 

-¿Y cómo es trabajar con la familia? 

-Ya hemos hecho el protocolo familiar. Las dos familias juntas, no te olvides que son mi papá y mi tío. Lo escribimos padres, hijos y esposas. Entre todos coincidimos que hay que hacer crecer la empresa. Que tiene que ser un medio, no un fin. 

-Si, y hoy el campo es mucho más que agrónomo o veterinario. Casi todo se vincula con lo que se puede hacer en el campo… vos lo dijiste, es algo nuevo todos los días.

-Hay lugares para crecer y nuestra empresa se va adaptando a nuevos cultivos, variedades, la exportación, la ganadería. Ese es otro legado que nos han dado, adaptarse y ser emprendedores. El campo siempre fue el motor de Argentina, no sólo es el que siembra y cosecha. Es toda una cadena agroalimentaria gigante. Difícil de medir pero realmente abarca mucho trabajo. 

-¿Cómo te ha ido siendo mujer en el campo? Para vos es algo habitual, pero ¿cómo te has sentido?

-Yo no estoy a favor de hacerse la víctima. Creo que depende más de la persona y del género. Hay que saber las limitaciones que tiene cada uno y cómo complementarse. No hay que buscar cupos ni competencia. Para mí cada uno puede ocupar su lugar en el trabajo y la casa. Para mí trabajar en equipo es lo que puede dar más frutos, en el campo, la oficina y la casa. 

-Una vez recibida te fuiste a trabajar a Estados Unidos. ¿Qué te quedó de esa experiencia? ¿Cómo fue?

-La primera experiencia fue un intercambio en la facultad, 5to año de agronomía en la Universidad Católica de Córdoba. Me fui a Iowa, la mismísima nada en el centro de Estados Unidos. Ellos tienen el eslogan “más maíz que gente” y es así. Ahí aprendí mucho. Fue mi primera experiencia sola y en inglés. Salí de la caja. Porque yo estudié viviendo con mi familia. Aprendí, además de agronomía, de idioma, de cultura, de comidas, me llevé lo mejor de los profesores. Hice trabajos con ellos. Y de mis compañeros. Nunca me sentí discriminada, ni latina. 

-Después trabajaste para un semillero, ¿no?

-Sí, volví de Estados Unidos, me recibí, y había trabajado en un semillero en maíz durante la carrera. Y cuando me recibí me presenté y me salió una pasantía también en Iowa y me fui a pasar otro año. Había breeder de todos lados del mundo. Espectacular. Viajé muchísimo, conocí mucha gente, aprendí de genética. Y hoy me encanta recibir gente en el campo, pasantes vienen de la universidad, de colegios, de particulares, hijos de amigos de mis padres y a todos les recomiendo el intercambio. Lo que te abre la cabeza es un antes y un después. Y es sano salir y trabajar en otra empresa antes que meterte de lleno en la familiar. A nosotros nos pareció tan importante que lo redactamos en el protocolo familiar. Sí o sí tenés que hacer una experiencia afuera, en otra empresa y en otro país antes de entrar en Tecnocampo. Ya vamos cuatro de la segunda generación que estamos en la empresa y todos hicimos eso. Somos 9 y a todos les recomendamos que lo hagan. Sean o no agrónomos, ojo. Y sea lavando platos, juntando kiwi o en el campo. 

-Hoy estás más con la cabaña… 

-La cabaña angus “Los Cerrillos” empezó como un hobby familiar y hoy ya es una actividad importante que une pasiones de la familia. En donde trabajamos y disfrutamos con papá y mi hermano. Somos clan, cada uno tiene un rol pero buscamos excusa para estar entre las vacas trabajando.

-Bien ahí. Creo que fue en 2016 que decidiste empezar a hacer algo con cerveza artesanal. La primera pregunta es ¿por qué cerveza y no otra cosa?

-A mí me gusta más el vino que la cerveza, pero es más difícil de hacer (se ríe). En ese intercambio que hice en Estados Unidos conocí a Andrés que es mi mejor amigo, ingeniero químico y cuando volvimos resultó que él era de Jesús María y cuando volvimos él no conseguía trabajo porque estaba sobre calificado y se hartó y dijo “voy a hacer lo que me gusta”. Me preguntó si lo acompañaba a hacer un curso de cerveza. Lo hicimos en 2016 y empezamos a producir. Compramos equipos, aprendimos a soldar y pusimos la maquinaria, y todo. El lo hacía en el quincho de los padres y yo la vendía. Nos inventamos unas cajas al estilo sodero y repartíamos las botellas, luego las retirábamos vacías y llevábamos llenas. Fue arduo porque era agrónoma de día y de noche salía a repartir cerveza a los bares y casas. Duró dos años. Hicimos un curso juntos de emprendedores y empresarios y salimos con un proyecto para buscar inversores porque no queríamos hacerlo más casero. Y después de un año conseguimos dos inversores que nos ayudaron, empezando la pandemia a hacer nuestra planta de cerveza. Es grande. En Monte Cristo. La marca es Traumer Bier. 

-¿Qué significa Traumer?

-Soñador, visionario. Fue difícil buscar el nombre, buscamos algo criollo pero terminamos en algo alemán, que algo de cerveza saben. 

-¿Vos tenías en la cabeza que querías hacer algo distinto y surgió lo de la cerveza?

-Ganas de hacer desde chiquita. Con mi hermana vendíamos cosas en la calle. Siempre fuimos emprendedores. Pero el tema de hacer cerveza nunca lo tuve en la cabeza. Fue un acompañamiento y nos metimos de emprendedores. Como un hobby y terminó siendo una linda empresa. 

-Otro paso que dieron después fue empezar a producir las materias primas, algunas por lo menos, cebada, lúpulo, algo raro en Córdoba… Contame de eso. 

-Era mi aporte también al proyecto. De hacer cerveza sabía poco y de sembrar cebada algo sabía. Compramos semillas para hacer 10 variedades en nuestro campo de Alta Gracia y compramos lúpulo en El Bolsón, los rizomas para probar. De hecho, el primer proyecto no era una cervecería sino una maltería artesanal que es furor en Estados Unidos. Pero no era el momento. Y más que irnos hacia adelante en la cadena, por ejemplo, a una hamburguesería, nuestra idea era ir hacia atrás, una maltería. No competir con las grandes sino para hacer maltas especiales: ahumadas, caramelo, cítricas, probar otras cosas que las grandes no te lo dan. 

-También estuvieron y están muy apegados a los procesos sustentables… 

-Siempre quisimos trabajar en cada detalle, lo más sustentablemente posible, tanto con nuestros insumos, materias primas, residuos como con energías. Por eso diseñamos la fábrica lo más eficiente en recursos. Y, por ejemplo, estamos enviando nuestro residuo del proceso (bagazo) a una planta de biogas, cerrando así el ciclo del carbono de nuestra producción. Estamos convencidos que las cosas hay que hacerlas bien y mostrarlas también entonces decidimos medir y certificar la Huella de Carbono para establecer las bases donde estamos parados hoy con nuestra producción, equipos y tecnología y poder a futuro tomar acciones y mejorar la Sustentabilidad Ambiental

-Llegamos al pin-pong de El podcast de tu vida. ¿Cómo reseteas tu cabeza después de un día largo de laburo? 

-Hoy estoy con la jardinería. Me gusta mucho la huerta, plantitas, regar, eso me baja decibeles para ya cenar e ir a la cama. 

-¿Y qué tenés en la huerta?

-Mucho tomate, mucho pimiento, alcauciles. Mi abuela tiene una huerta grande y le robo semillitas y la voy reproduciendo en la mía. 

-¿Sos de cocinar? ¿Qué plato te gusta más de los que hacés?

-Humita me sale buena che. Maíces propios. La pizza también me sale bien y pastas en invierno. 

-¿Cuál es tu país o ciudad favorito de los que conocés?

-Córdoba, definitivamente. Clima, paisajes, personas. 

-¿Y algún país, ciudad, lugar que te gustaría conocer?

-Me gustaría ir a Canadá y a Rumania, es raro, pero me han hablado muy bien de ese país, que tiene mucho por desarrollarse. 

-¿Tu comida favorita?

-Pizza y asado podría comer todos los días. Nunca una ensalada. 

-¿Una serie o película que te gustaría recomendar?

-No soy de ver mucho, pero Outlander me gustó mucho. Es una serie medio romanticona, de ingleses y escoceses. 

-¿Con qué animal te identificás o te gustaría ser? 

-Camaleón, raro pero me adapto a las circunstancias. En algunos lugares soy la ingeniera, pero también soy la tía, o la ganadera, la cervecera…

-¿Hay algo que tengas grabado a fuego en tu alma? Como un tatuaje de la vida… 

-No tengo ni me haría tatuajes, pero mi familia me marcó y me va a marcar toda la vida. Cada uno de los seis. 

-¿Y qué superpoder te gustaría tener?

-El poder hacer feliz al que me rodea. Al que trabaja conmigo, a mi jefe, a mi familia. 

-Supongamos que podés volver el tiempo atrás, en tu propia vida o en la historia de la humanidad. ¿A qué momento irías?

-De mi vida, iría a la infancia, pero hoy pasados los 30 años estoy haciendo lo que me gusta, me quedo con la actualidad, estoy en equilibrio. 

-La última tiene que ver con la familia. Yo conocí a tu padre y a tu tío antes que a vos. ¿Por dónde creés que pasa lograr esa convivencia en armonía aún dentro de las diferencias generacionales y las distintas personalidades?

-No es fácil. Y hay muchas empresas que han dejado de serlo por temas familiares. Nos estamos capacitando para que no nos suceda. Yo creo que cualquier relación familiar y empresarial tiene que estar pactado y escrito sobre cuál queremos que sea el futuro. Dejando en claro cuál es el objetivo, el resto se adapta. No hace falta que estén todos en la empresa, nosotros tenemos que ser útiles para la empresa, y si no nos necesita habrá que buscar otros caminos. Al igual que si dejamos todo en la empresa, pero somos infelices, tampoco sirve. Primero la familia y d después la empresa, pero sabiendo que la empresa mantiene la familia. 

-Vos sabés que la última pregunta tiene que ver con un tema musical que elige el entrevistado. ¿Qué elegís? 

-Hay una canción que me encanta de Cranberries, “Linger”, medio viejita, pero nos lleva a los mejores momentos de la empresa y la familia. Me encanta cuando la escucho. 

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