“Perdí la mitad del campo”: la lucha de una productora que sufre constantes inundaciones por obras mal hechas

Cecilia Paolilli es de Florentino Ameghino y lleva 15 años pidiendo soluciones por una canalización mal ejecutada, que destruyó 740 hectáreas. Denuncia obras que figurancomo terminadas, pero no existen, y advierte que, si siguen sin responderle, tomará acciones por su cuenta para derivar el agua hacia otros campos.
En el corazón del partido bonaerense de Florentino Ameghino, el establecimiento La Emilia es sinónimo de esfuerzo y arraigo.
Fundado por los padres de María Cecilia Paolilli, una productora que le presentó al Estado provincial su problema de anegamiento con el apoyo de sus colegas, fue durante décadas un ejemplo de producción agrícola-ganadera.
Su padre, Felipe Paolilli –recuerda Cecilia- era “un hombre muy activo, muy proactivo, que creía en el futuro de la zona y en el progreso que podía traer el Plan Maestro del Río Salado”.
Convencido de que las obras de canalización traerían desarrollo, fue el primero en autorizar el paso de las máquinas por su campo.
Así se construyó el Canal Secundario VI Inferior, dentro del sistema de la Cañada de las Horquetas. Pero la esperanza se convirtió en tragedia. “Lo que él no vio venir -lamenta María Cecilia- es que lo iban a inundar. Eso no lo vio venir”.
Hoy, ese mismo campo familiar se encuentra devastado: 740 hectáreas bajo agua en su peor momento, y 434 actualmente anegadas.
“Hubo años en los que el agua me cubrió todo. Teníamos potreros enteros que eran lagunas, animales perdidos, pasturas muertas, lotes de soja y maíz anegados, caminos destruidos. Nadie se hace cargo”, advierte la protagonista.
LA OBRA QUE FIGURA HECHA, PERO NO EXISTE
Con una detallada documentación que exhibió ante Infocampo, Paolilli afirma que el problema tiene nombre y apellido: un tramo de 1.500 metros del Canal VI Inferior que nunca fue construido, pero que, en los papeles oficiales, figura como “obra ejecutada y finalizada”. Ese falso final es lo que transformó un proyecto hídrico en una trampa de agua.
“La obra está aprobada y figura terminada, pero ese tramo no existe. El agua llega, se estanca, y después desborda. Así me destruyeron el campo”, explica Paolilli a Infocampo, donde se la nota agobiada y sin respuestas por parte del Municipio local y del Gobierno de la Provincia de Buenos Aires.
La consecuencia es previsible: el agua se acumula en la parcela 173G, propiedad de la familia Paolilli, hasta formar un espejo de más de 400 hectáreas.
“Cada vez que llueve, el agua ingresa rápidamente por el canal aguas arriba y queda allí como si fuera una represa. Como esa parcela no está canalizada, por declive natural escurre lentamente hacia la Parcela 173 K, que sí está dragada y que desemboca en el canal principal. Y la provincia lo sabe. Está todo documentado”, subraya.
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EVACUACIÓN INSUFICIENTE
El canal Secundario VI Inferior, que originalmente debía evacuar el escurrimiento de unas 2900 hectáreas, hoy recibe los excedentes de más de 35.500 hectáreas provenientes de los canales V y VI superiores. El resultado es un cuello de botella hidráulico.
“El canal secundario VI conduce 17,4 metros cúbicos por segundo y como máximo (cuando desborda ya que 3 de los 6 tubos de desague, están colocados muy altos)puede evacuar6 metros cúbicos por segundo al Canal de las Horquetas. Es una locura hidráulica”, afirma Paolilli.
Según la entrevistada, la solución técnica es sencilla (hay que agregar 6 bocas de admisión a la cota 104,65 y canalizar los 1500 metros que nunca se dragaron) y consta en el expediente administrativo Nº 2406-3307/2017 que tramitó ante la Dirección Provincial de Hidráulica, donde también obran estudios antecedentes desde el año 2010.
PÉRDIDAS SIN RETORNO Y UN ESTADO AUSENTE
En La Emilia, el daño ya no se mide solo en hectáreas. Hay un impacto agronómico, económico y emocional que lleva más de una década. “Perdí la mitad del campo, perdí la rotación agrícola, el correcto manejo de la hacienda. Y perdí años de trabajo familiar”, resume con crudeza.
Las 450 hectáreas que quedaron en zona de fluctuación de agua se salinizaron y se llenaron de espartos, una maleza que “crece más de un metro y medio y gasta los dientes de la hacienda vacuna”.
En más de una ocasión, Paolilli invirtió dinero y mano de obra en limpiar los lotes para volver a producirlos. “Después de hacer todo el trabajo, de pasar el disco, de gastar una fortuna, vino otra lluvia y se me llenó de agua otra vez. Te saca las ganas de todo”, renunció con tristeza.
Durante 15 años, la productora recorrió a cada estamento del Estado. “Fui al Municipio de Ameghino, a la Dirección Provincial de Hidráulica, a la Autoridad Provincial del Agua, a Recursos Hídricas de la Nación, al Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria; a donde se te ocurra. Presente estudios hidráulicos, actas de escribanos, informes agronómicos e imágenes satelitales. Pero nadie me escucha. Todo el mundo sabe de lo que estoy hablando, peronadie se hace responsable del problema”, reclama.
El Municipio de Ameghino se desentiende alegando que “se declara incompetente para resolver mi petición”, y la Dirección Provincial de Hidráulica responde que “la documentación aportada es insuficiente”.
“El 26 de julio de 2018, el entonces Director Provincial de Hidráulica, Ing. Mario Adolfo Gschaider, me notifica por cédula que la documentación presentada resulta ser insuficiente para ser analizada, debido a que no cumple con las normas para la presentación de proyectos por parte de terceros”, cuenta la propietaria del campo.
“Definitivamente, no es un proyecto de terceros. Vengo a denunciar que la obra hidráulica de la Cañada de las Horquetas ha sido mal ejecutada y en consecuencia no debo ser yo quien aporte propuestas de solución, sinosusequipos técnicos, los que verifiquen la veracidad de los hechos denunciados y propongan las medidas correctivas”, asegura la productora de Florentino Ameghino.
Paolilli lo resume con bronca: “Te hacen perder años con excusas burocráticas. Mientras tanto, el agua te come la historia familiar”.
AUSENCIA DE MANTENIMIENTO Y CONTROL
Además del tramo faltante, María Cecilia denuncia la falta de mantenimiento crónica de los canales en toda la región.
“Finalizan las obras y se olvidan. Nadie limpia, nadie perfila, nadie controla. Los canales secundarios están desboronados, con sedimentos, y lo mismo ocurre con el canal principal, con el agravante de que las compuertas antiretorno desaparecen. Es un abandono total”, señala.
En su caso, la situación la obliga a enviar personal propio a limpiar los tubos de drenaje para que el agua corra. “Tengo que mandar a mis empleados con palas para sacar los yuyos de los tubos, porque nadie del Estado aparece”, insiste la entrevistada.
Su experiencia la llevó a lanzar un mensaje directo a otros productores que esperan obras similares: “Les pido a todos los productores que tienen canalizaciones proyectadas que se informen bien sobre qué obra les van a hacer, si hay pendiente, con qué ancho y profundidad de dragado, con cuántos tubos de desagüe y a qué cota de colocación y si le van a poner compuertas antirretorno. Porque después te inundan y no hay vuelta atrás. No se puede confiar ciegamente en los planos ni en los anuncios. Asesórense técnicamente, porque el Estado no vuelve”, aclaró.
También, destacó que no hay que olvidar que, si bien la obra la ejecuta el Estado, la responsabilidad del mantenimiento es público-privada, es decir, de toda la cuenca.
El reclamo incluye un pedido concreto: que los canales secundarios cuenten con compuertas de regulación a lo largo de su trayecto para evitar el cierre automático de las compuertas antiretorno del canal principal cuando aumenta el pelo de agua y esto se traduzca en catástrofes aguas abajo. “Hoy ningún canal secundario tiene compuertas. Es una locura técnica de construcción”, enfatiza.
EL LÍMITE DE LA PACIENCIA: “VOY A REGULAR LA ENTRADA DEL AGUA”
Tras 15 años de gestiones infructuosas, la productora decidió pasar a la acción. “Se me acabó la paciencia, te soy franca. Si no me dan una solución, voy a actuar en consecuencia, no quiero que me sigan inundando”, advierte sin rodeos.
Su decisión es tan drástica como comprensible: planea reducir el ingreso de agua de acuerdo al caudal de salida actual del campo. “Planeo darle solución propia al problema actual. Hay que trabajar en un equilibrio entre la entrada y salida de los excedentes hídricos. Es sentido común”, asegura.
La medida, sin embargo, podría tener consecuencias graves: cortar caminos rurales e inundar a los productores “aguas arriba”.
“Sé que eso puede pasar, por eso estoy avisando. Pero que quede claro: el responsable de esto es el Estado. Ellos me empujaron a esto. Yo no quiero una guerra entre productores, pero si no me dan salida, me obligan”, afirma.
Paolilli decidió hacer pública su situación para que no haya lugar a malentendidos. “Quiero que quede sentado que esto no es que nadie conocía el problema. Realicé la denuncia administrativa correspondiente en 2010 y el entonces Director de Hidráulica, Ing. Daniel Corolli me dio una solución. El problema es que, como los canales secundarios se hacen por tramos, esa solución no alcanzó cuando se abrió el terraplén del Ferrocarril General San Martín (por el que ingresan más 9 m3/s)”, comentó.
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Por otra parte, denunció: “Durante el mandato del Ing. Mario Gschaider solo me dieron respuestas burocráticas y absurdas y finalmente archivaron el expediente administrativo. En septiembre de ese año, solicité el desarchivo e impulsé el mismo mediante la presentación de un estado de situación actual”, aclaró.
“El Director en ejercicio Ing. Flavio Seiano lo tiene en análisis. También lo denuncié por todos los medios que pude. No me van a decir después que no lo intenté todo. El Estado me llevó a este punto”, menifestó convencida.
UN PROBLEMA ESTRUCTURAL
El caso de La Emilia expone mucho más que un conflicto individual. Es un síntoma de una falla estructural en la gestión hídrica bonaerense, donde obras multimillonarias quedan inconclusas o mal ejecutadas, y donde la falta de mantenimiento convierte soluciones en nuevas tragedias.
El Plan Maestro del Río Salado, diseñado para evitar inundaciones, hoy genera anegamientos artificiales en distintas subcuencas por fallas en los canales secundarios.
“Lo mío es apenas un ejemplo. Hay productores en Ameghino, Coronel Granada, Lincoln que están empezando a sufrir lo mismo. Cuando el agua no tiene salida, busca su lugar, y no le importa si hay historia, trabajo o sacrificio atrás”, advierte.
El expediente técnico de la firma Felipe Julio Paolilli S.A, administración propietaria del campo, detalla el pedido formal a la Provincia: canalizar el tramo faltante según la traza original, agregar seis conductos más de admisión con compuertas antirretorno y limpiar todo el Canal VI para devolverle su capacidad. Todo está presentado, firmado y documentado. Falta solo una decisión política.
“Yo no pido subsidios ni favores -dice María Cecilia- solo quiero que terminen lo que empezaron. Que hagan la obra como corresponde. Porque lo que hoy tengo no es un canal: es una trampa de agua que me arruinó la vida”.
EL SILENCIO QUE PUEDE VOLVERSE DILUVIO
La entrevistada cree que la pelea es de toda la cuenca, y el Estado no debe dejar que los productores se enfrenten entre ellos por una obra mal realizada. Mientras la Provincia de Buenos Aires sigue sin respuestas, el agua sigue avanzando. La Emilia continúa bajo riesgo, y la advertencia de su dueña suena cada vez más real.
“Esto no es una amenaza, es una advertencia”, remarca. “Si el Estado no actúa, va a ser responsable de lo que pase. Porque cuando el agua salga por donde no debe, no habrá discurso que la detenga”, aseveró.
El drama de una productora que solo pidió justicia hidráulica se ha transformado en un símbolo del abandono rural. Y su voz —mezcla de hartazgo, coraje y desesperación— resuena como una alerta para toda la cuenca del Salado: sin obras terminadas y sin mantenimiento, la próxima inundación no será un fenómeno natural, sino una consecuencia política.
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